
El cielo (mi cielo) es celeste, el celeste más fuerte y hermoso que un par de ojos haya podido ver. Y las aves, las aves y su dulce canto revolotean en ese bello firmamento azul claro de nubes rosa y adornan mi paraíso con su alegre movimiento.
De pronto, veo como un fruto cae de uno de mis árboles majestuosos, y alcanzo a tomarlo con mi mano, lo observo con atención, es perfecto, siento su suavidad con mi piel, y es inevitable probar de él. Lentamente voy sintiendo su sabor en mi boca, y al llegar a mi estómago vuelve mi ser consciente a sentir algo, un leve cosquilleo en mi vientre. Y es cuando parpadeo otra vez. Cierro mis ojos. Ipso facto caigo en la realidad. Al abrirlos te veo frente a mí y te sonrío tiernamente. Es increíble como tu suave aroma agudiza todos mis sentidos y me hace caer en mi mundo perfecto en solo un segundo.