
No se si el dolor provenía del pasado o del presente en el cual, yo personalmente reprimía todo hacia mi persona. Me creí ciega y me cegué aún más. Traté de abrir mis ojos, observé mis labios rojos que incautos en su esencia reprimían mi río audaz de pensamientos, callaban en mi todo lo que se volvería paz interior.
De pronto todos eran iguales. No habían diferencias de personas, todos eran idénticos ante mis ojos, ¿mis ojos acaso podían ver? La palabra excepción me parecía más ireal que la perfección, mas en mi constante lucha por ser perfecta volvía todos mis esfuerzos en vano.
¿La culpa? La culpa no existe, lo errores ocurren, y algunos son seres humanos.